martes, 23 de enero de 2007

Dos dias después de "empezar lo bueno"

Empecemos diciendo que el servicio meteorológico danés ha prolongado las previsiones de "lo bueno", añadiendo una pizca de viento (unos 50 km/h) el viernes para aderezar un fin de semana "pasado por nieve".



Pero vamos a hacer un pequeño repaso a lo que ha sido mi experiencia con la primera nevada danesa... Antes de nada, comentar que lo que más se ha oído estos días, tanto en la oficina como con los pocos daneses con los que tengo relación (actualmente se reduce a los daneses de la clase de francés, y mi compañero de piso), es "esto no ha hecho más que empezar".

Anochecía el domingo (las cuatro de la tarde, poco más o menos, no vayamos a pensar...) y yo volvía a casa después de dejar en el aeropuerto a una buena amiga que había venido de visita. Bien. El frío se intensificaba, como los servicios meteorológicos habían estado avanzando toda la semana. Al pasar por la Rådhus Pladsen (plaza del Ayuntamiento) ya se veían dos graditos bajo cero... No me moví de casa el resto de la tarde...

A la mañana siguiente, al levantarme y mirar por la ventana, me dije: ¡ya está!, ¡ya llegó! Antes o después tenía que pasar. Por mucho cambio climático que haya, una ciudad donde las pistas de patinaje sobre hielo al aire libre abundan como setas en otoño, no puede pasar un invierno sin nieves...







Tras los quehaceres matutinos, me dispongo a montar a Carry (véanse posts anteriores) para ir al trabajo, pero... la primera sorpresa: la llave no entra bien en el cierre de la bici. Bueno, con un poco de maña y paciencia nos sobreponemos a este contratiempo, y al de que se quedaba el pasador enganchado, supongo que también por el frío. Limpio de hielo el sillín y por fin me pongo en marcha. Llego al cruce, enfilo calle abajo e intento cambiar de marcha... segunda sorpresa: el cambio está más tieso que el palo de una escoba (menos mal que suelo "aparcar" en primera...).

Los carriles bici tienen bien marcada una zona libre de hielo, por la que en los semáforos hay que luchar por mantenerla, pero la novedad hace que esté de buen humor, y en general dejo pasar a todo el que trata de hacerlo.

Llego a la oficina y aparco la bici donde siempre. Durante el día nieva intermitente, en momentos más intensamente, en otros asoman rayitos de sol.



Por fin dan las 18h. más o menos, hora que me toca ir a clase de francés, a unos 15-20 minutos en dirección contraria a mi casa desde la oficina. Otra vez los problemas para manipular los cierres de la bici, pero con la experiencia acumulada de la mañana cada vez cuesta menos. ¡Esto está chupao!. Cruzo empujando la bici y me dispongo a encarar una de las calles más transitadas, de nuevo hacia la Rådhus Pladsen que tengo que cruzar para llegar a mi destino. Comienzo a pedalear. Evidentemente el cambio sigue sin funcionar: menos mal que aparco en primera. Y llego al primer semáforo en rojo. Freno con el de atrás pero se ha atascado; con el de delante y TAMBIÉN SE HA ATASCADO. ¡¡¡ME VOY DE LLENO AL TRÁFICO SALTÁNDOME EL SEMÁFORO DE UNA CALLE DE DOS CARRILES POR SENTIDO!!!.

A duras penas consigo parar, gracias a que el cambio atascado en primera no me permite coger tampoco mucha velocidad. Cruzo la calle y contemplo el mecanismo de los frenos, absolutamente inutilizado por el frío. El de atrás no hay manera que funcione, pero el de delante, con un poco de paciencia parece que funciona (haciendo un ruido horrible, pero funciona). Con eso llego a francés, y luego a casa sin más contratiempos.

Madre sólo hay una, y en mi caso, su cerebro funciona estupendamente en casos como este. Desde que hablé con ella de esto mi bici duerme en un sótano bastante incómodo de acceso, pero resguardado de los rigores del invierno danés.

Aún queda mucho invierno, así que: ...¡continuará!

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domingo, 21 de enero de 2007

Empieza "lo bueno"

Que Montesdeoca nos pille confesados...

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sábado, 20 de enero de 2007

Hasta dónde puede llegar el ridículo de los estudios sobre ecología

Sin más comentarios que el artículo, sacado de la web del mismísimo Ministerio de Agricultura danés.

The assessment of the environmental impact per product can also be used for comparison of products, or for assessing the environmental impacts from composite products. The report shows the result for the composite product "A sandwich with cheese and ham". All products are produced by conventional farming.

One kilo of cheese would impact the environment less than ham, and for all environmental impact categories except for photochemical ozone, also less than bread. By increasing the consumption of cheese and bread and reducing the consumption of ham, considerable environmental improvement can be obtained, considering the present regulation of the milk market. If the quota regulation of the milk production in Denmark was abolished, it would be the cheese rather than the ham that should be reduced to get the most environmentally friendly sandwich.

http://www2.mst.dk/common/Udgivramme/Frame.asp?pg=http://www2.mst.dk/Udgiv/publikationer/2004/87-7614-170-5/html/sum.htm

¿¿¡¡Environmentally friendly sandwich!!??

¿¿ESTAMOS TODOS LOCOS??

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Los daneses a los ojos de los extranjeros

Esta semana "The Copenhagen Post", un diario que una vez por semana edita una versión en inglés con las principales noticias, ha publicado un artículo sobre un estudio de la Universidad de Oxford, en la que a partir de unas encuestas se trata de determinar cómo los extranjeros que viven en Dinamarca ven a los daneses.

Este artículo viene a cuenta de otra serie de artículos publicados, tanto por este mismo diario como por otros, sobre las encuestas mundiales que presentan a los daneses como los más felices del mundo. Esos artículos eran contestados por otros que respondían a este primero arguyendo que los daneses salían a la cabeza del ranking por la forma de medir, y por "las escasas expectativas de la vida que mostraban los daneses".

A continuación cito el artículo:



16 January 2007

Foreign workers happy in Denmark

A study of expatriates showed that employees who come from abroad like the country's working conditions, but not the high taxes.

Foreign workers who come to Denmark on short-term assignments are generally satisfied with the country, though they do have a few sticking points.

Those were the conclusions of an Oxford Research / Copenhagen Post study, 'The Expat Study 2006', released Monday, undertaken to determine Denmark's attractiveness as a place to live and work for highly-skilled and university-educated foreigners.

The study
The study, made public at a press conference held at the Danish Society of Engineers headquarters in Copenhagen, used three primary elements for its findings: responses from 401 educated foreign workers through a box-check questionnaire; interviews with 14 private businesses and four public institutions, including hospitals and universities; and a benchmarking of Denmark's life quality and working conditions compared to seven other EU countries, as measured by several reliable international statistics sources.

The study was a follow-up to an earlier one taken in 1998, and the press conference was used as a forum to discuss what Denmark can do better to lure highly qualified workers here from the rest of the world. Experts and business leaders agreed that this was a necessity for Denmark to compete economically on the global plane.

High marks
To that end, Denmark's marketability as a place to work scored high in several of the study's categories.

The most important factor to those interviewed for choosing a place to live was safety, as 92 percent listed this as their principal concern. A full 97 percent of those responding said that conditions here were 'good' or 'very good' for personal safety.

Other categories listed as most important for the foreign workers surveyed were 'opportunities for professional development', where 70 percent believed Denmark was 'good' or 'very good', and 'general quality of life', where 85 percent of respondents answered positively.

One factor less important in employees' eyes was language barriers, although Denmark was rated as 'good or very good' by 91 percent of those responding, primarily due to Danes' generally excellent command of English.

The country's public transport system also received high marks from respondents, as 83 percent believed it was 'good' or 'very good'.

Low marks
The fact that Danes can speak English quite well did not, unfortunately, translate into making them easier to get to know, the study showed.

Those surveyed believe Denmark needs improvement in its cultural barriers, especially in being 'open and inviting' people. This factor was important to 73 percent of the respondents, but only a mere 33 percent were positive about their experiences here in that regard.

Indian-born Ishan Gupta, an employee with biotech company ViroGates, said that while he has friends that are Danish and gets along fine with them, he is keenly aware of the difficulties in feeling fully accepted.

'I like Denmark very much, but I have lived in many other countries, and I have to say that Danes can be very closed.'

The taxman cometh
Another minus for the foreigners, including Gupta, was Denmark's high taxes. Though the country does have some tax relief for highly-skilled workers, according to the study it is evidently not enough – an understandable gripe considering that the respondents will never receive many of the benefits Danes get from their taxes.

While many survey respondents did not list a low income tax as being important in their decision to take a job abroad, the Danish tax system had obviously left its mark on them, as only 9 percent remarked positively on the issue.

'The taxes here are - whew! I mean, coming from Singapore where they were like 10 percent and then to here - they're really high,' said Gupta.

Lars Pallesen, rector at Denmark's Technical University, does not believe high taxes are a significant barrier to luring quality labour.

'If we lowered taxes from 60 to 50 percent, then Danes would think it was a big tax cut, but if you came from America, you'd still think the tax was ridiculously high.'

'You can have both'
Copenhagen Capacity, which assists foreign companies in setting up in Copenhagen, presented the idea of creating a uniform 'welcome pack' for businesses to present to foreign workers, helping to show the country as a friendly, open and profitable place to work.

The organisation's managing director, Rolf Larssen, said Denmark has to be more active in getting its message out to the rest of the world.

'We have to market our strengths - that it's possible to have an exciting job and have a family and thrive here. You can have both.'

The Copenhagen Post

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sábado, 13 de enero de 2007

Reflexión meteorológica: el viento

No quiero insistir demasiado en la meteorología danesa, pero el viento merece post aparte. Ayer, una vez más, fue día ventoso en Copenhague.

Esto en si mismo no es noticia. Ha habido muchos días ventosos desde que llegamos en octubre. Cuando hablo de días ventosos hablo de vientos de 54 a 72 km/h. El caso es que desde mi nueva ubicación (he cambiado de "despacho", y ahora estoy en una sala grande con otras dos personas, y una ventana que da a la calle) se ve uno de esos anuncios de neón que hay encima de los edificios. ¡Cómo se movía!. No fuimos los únicos que lo vimos, y a media tarde acudió un camión grúa para asegurarlo e impedir que se le cayera encima a alguien. Esa tarde alguien comentó en la oficina que un árbol había caído encima de un autobús, y más de uno no pudo dormir por el ruido del viento (no es mi caso, soy un tronco), y con el viento mis trayectos en bici son para contarlos...

De hecho, el jueves por la tarde/noche, al volver a casa después de tomar algo después del trabajo, iba yo luchando contra el viento en los cruces, cuando me di cuenta que el tipo de atrás (en bici), que normalmente me suelen adelantar hasta las viejas, se mantenía justo a rueda... Esto fue así durante tres semáforos, hasta que tardé en reaccionar al cambio de luz del cuarto y salió primero, y descubrí lo que pasaba... EL REBUFO.

Había oído hablar de él, pero nunca lo había experimentado... ¡Qué maravilla!. Si te colocas justo detrás de alguien que te va cortando el viento, el esfuerzo que haces para pedalear es significativamente menor y os aseguro que con un viento por encima de 50 km/h se nota... y se nota mucho. Creo que la próxima vez que vea ciclismo en la tele no me va a parecer tan aburrido.

Ahora tengo que aprender a dar relevos...

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domingo, 7 de enero de 2007

Cine: The Illusionist

Siguiendo en mi línea de ir al cine mucho más que lo que solía hacer, ayer estuve viendo "The Illusionist"



Los actores principales son Edward Norton, Jessica Biel, y Paul Giamatti, y si escribo esto de esta peli y no lo hice de todas las anteriores, es porque voy a recomendarla.

Si os soy sincero, cuando leí la reseña de internet pensé en un pastelón. No es que tenga nada contra los pastelones, tomados con moderación y conscientemente, por supuesto. Pero la verdad es que no me apetecía gran cosa, aunque era un plan estupendo para esquivar mi libro de francés.

Bueno, pues la peli empieza con una escena y luego una retrospectiva que nos lleva hasta ese momento. Tengo que decir que sobre todo al principio, la peli se sigue bien, tiene ritmo y trama interesantes. A partir de ahí, todo digamos que se va precipitando hacia el final, digamos que nos va llevando hasta donde sabemos que nos va a llevar, HASTA QUE EN LOS ÚLTIMOS TRES MINUTOS, sin pronunciar una palabra, te cambian de tal manera el punto de vista que te cuentan otra peli. ¡Me ha encantado!

También me llamaba la atención montar un concurso: los edificios más horteras que hayáis visto. Comienzo el fuego con el cine Palads, en Axeltorv 9, 1609 Kobenhavn V. Os agrego fotos que hice anoche, y alguna que he encontrado por internet. Hay que reconocer que el interior suaviza la opinión.

martes, 2 de enero de 2007

Viaje a Berlín II.
El turismo y la fiesta.

El autobús me dejó en Messe (Zentrale Omnibus Bahnhof) un poco pasadas las 6.15h de la mañana (me permito recordar que SIN DORMIR). Era pronto para despertar a Charlie, que evidentemente habría salido la noche anterior, cuando llegó con el resto de los becarios alemanes, aunque probablemente lo habría hecho con antiguos amigos de cuando estuvo de Erasmus... pero este es mi blog, así que Carlos, si quieres contar más, te montas uno.

Por dónde iba... Bueno, da igual. Gracias a Alex (que próximamente recibirá visita mía en Bruselas) tuve un itinerario turístico por Berlín que ríanse ustedes de la Lonely Planet. Además, estaba confirmada por Isa y Jaime, con aportaciones valiosas en ambos casos (como por ejemplo la de Jaime, que sugirió que no se me ocurriera darme la paliza de itinerario andando). Los principales lugares visitados fueron: Alexanderplatz, la Puerta de Brandeburgo, el Bundestag, Checkpoint Charlie, la avenida del 17 de junio y Unter den Linden, Friedrichstraße, la galería Gendarmemarkt, la Babel Platz, con su iglesia, sus dos edificios de la Humboldt Univeristät, el parque junto al zoo y la Potsdamer Platz, donde hicimos una de nuestras paradas culinarias para probar las Bratwürst.
Las otras paradas gastronómicas (casi todas de paso por la calle) fueron los Pretzels y los berliners... Todo riquísimo, y baratísimo -a pesar de que tengo el baremo danés ya metido en el coco, creo que es barato hasta comparado con España-. Mención especial al restaurante Vietnamita que Carlos encontró para hacer la cena de nochevieja, con la inestimable colaboración no tenida en cuenta de Roberto (se que suena raro, pero es lo que pasó). El muro y su fantasma (han puesto una doble hilera de adoquines donde antiguamente pasaba el muro, encadenándose con las partes que aún se conservan en pie, ya no muchas...) estuvieron muy presentes en casi toda mi primera parte del viaje-turismo, así como multitud de osos de colores en diversas posturas que encontraba por doquier.
A media mañana, cuando no podía con mi alma, fui a buscar a los becarios que llegaban a la Ostbahnhof desde Varsovia, y conseguí echar una cabezadita de media hora en un banco de la estación (más que en todo el viaje de ida, véase post anterior). Una vez con ellos, paseamos involuntariamente -digamos que por aquel entonces el alemán de Roberto estaba "calentando motores"- por la parte más larga de muro que aún se conserva, antes de llegar a dejar el equipaje en el hostal y tomar posesión de la habitación, ya que a las 6 de la mañana me habían dicho que, evidentemente, no podía hacerlo todavía. La habitación constaba de cuatro literas de dos alturas y un baño. Rudimentario pero suficiente.

Fuimos a reunirnos con el resto de la expedición Varsoviana a Alexanderplatz (se van a ir repitiendo sitios, pero es que desde las 6 de la mañana hasta las 12 o 13h. dió para mucho...) donde estuvimos dando más vueltas que una peonza bajo la lluvia para al final contactar y determinar que ese "contacto" no iba finalmente a producirse. Gracias a Dios, Carlos ya estaba en posición de "listos", y propuso (¿cómo lo hacían antes de tener móviles?) ir a la "posiblemente mejor hamburguesería de Berlín". Con tamaña presentación, ¿quién podría resistirse?. Roberto se empeñó en seguir practicando su alemán en el trayecto, aunque requirió de los sabios consejos de selección de "targets" a quien formular las preguntas de un servidor ( ;-) ).

Una vez allí conocimos a una pareja de amigos de Carlos que, todo hay que decirlo, aparte de ser gente estupenda, completaron magníficamente nuestras lagunas de preparación de esta parte del viaje: la recomendación de la hamburguesería y de la crepería del postre fueron obra de Jana, y tengo que decir que chapeau a ambos sitios en cuanto a calidad-precio. Tras la cena, a instancias suyas también, hicimos una visita a los almacenes KaDeWe (había más gente que en una manifestación) y nos reunimos -ahora si- con el resto de la expedición en los alrededores de Gedächtniskirche (bien corregido porque yo pensé que era la Catedral... y NO) -que está como la dejaron los bombardeos de la segunda guerra mundial- y que a su vez estaba rodeada de puestecillos donde se podía comprar desde vino caliente (Glückwein aus Amaretto) hasta Pretzels de chocolate con topings de colores, entre tiendas en plan mercadillo de la Puerta del Sol. Allí Roberto, en voluntariosa defensa de la camiseta del Vicálvaro F.C., cogió el catarro que hoy exhibe en Varsovia. Espero que esa foto llegue pronto, que creo que estaba en la máquina de Pablo.
Si a este pretzel cubierto de chocolate, le poneis unos toppings de colores, se parece mucho al que comimos. Está blandito por dentro, y según dice Carlos, cuando lo sirven caliente mejora muchíiiisimo (habrá que volver a probarlos calientes, ¡qué se le va a hacer!).
Foto Pretzel
La cena fue en un típico local de Kebaps, pegaditos a una máquina tragaperras, junto al Zoologischer Garten y cuya conversación acabó girando en torno al ICEX, para que luego no digan que los becarios sólo hablan de fiestas. Carlos esa tarde compró las entradas que cotizaban al alza (en pocas horas cambiaban los precios de las mismas entradas, en plan acciones de bolsa).

Yo reconozco que tras el avituallamiento alcohólico y transporte al hostal, a eso de la 1.30h. cuando el resto del minigrupo (Pablo, Carlos y Roberto) iba al encuentro de otro grupo (ya ni se quiénes eran), yo esquivé la mayor y me quedé planchando la oreja, que de no haber dormido en el viaje, y que al día siguiente la noche prometía, había que guardar fuerzas.
La mañana siguiente vio amanecer unos becarios que se levantaron algo tarde, y llegaron (obviamente) también algo tarde (y sin desayunar, lo que dió pié a probar los Pfannkuchen) a la cita del Checkpoint Charlie.
Este Pfannkuchen (Berliner para los guiris como yo) se parece al mío: son unos bollos como de donut pero sin agujero, y rellenos de crema que estallan (¡y vaya si lo hacen!) cuando los muerdes. Están de muerte y se pueden comprar por 1 EUR en las pastelerías de la zona turística.
Foto Pfannkuchen
A partir de ahí algo de turismo juntos, hasta que llegó el momento de dormir algo de siesta para aguantar la fiesta. El restaurante vietnamita al que llegamos para la cena de Nochevieja gracias a Carlos (y a la inestimable y nunca bien ponderada ayuda ignorada de Roberto), nos dio una magnífica cena con entrantes, un plato para cada uno, que en general estaban llenos de noodles de arroz, por un precio muy razonable. Luego partimos hacia la Puerta de Brandeburgo, que acabó siendo la puerta del Palacio de Congresos junto al Bundestag (todo queda a tiro de catapulta), y que fue un sitio magnífico para ver la exhibición pirotécnica del cambio de año. Tras unas uvas turcas y bastante frío, se produjo una escisión temporal del grupo llevó una parte a la fiesta (Silvesterparty in der Kulturbrauerei) y a Isa & Jaime, Roberto, Pablo, Carlos y a mi al escenario del Nokia New Year´s Eve 2007 donde música en directo -matizaciones si preguntáis a Carlos por este punto- (cuando llegamos estaban tocando Scissor Sisters) y "pinchada normal" bajo la lluvia amenizaron unas horas hasta que decidimos pasadas las 3 que ya era hora de ir a la fiesta de pago. Por cierto, que no se me olvide. Los que le conozcáis es un buen día para preguntar a Roberto por sus agujetas en los brazos, debido a que él y Carlos hicieron de buenos samaritanos con una borracha que iba tan mal que tuvieron que cargar con ella hasta la estación de tren. El sitio era un grupo cerrado de salas, en las que pinchaban música o tocaban música en directo, divididas temáticamente. Habría unas 15 salas, más o menos, con alguna carpa fuera que también pinchaban, aunque la temperatura no invitaba en absoluto a permanecer allí. Mis rodillas dijeron basta pasadas las 5.30h aunque no reuní fuerzas para marcharme, así que gracias a la ayuda de Carlos (Gracias, Carlos) fui consiguiendo asientos donde ir aguantando hasta que pasadas las 7 volvimos al albergue.

A las 9.30h sonó mi despertador y recogí todo lo más en silencio que pude, saliendo sin hacer mucho ruido para dejar dormir a la troupe. Me hubiera gustado despedirme, pero es muy probable que en lugar de abrazos me hubieran despedido a puñetazos, así que espero volver a verles pronto para arreglar este punto.

En resumen, es de destacar el buen rollito que se respiraba por Berlín, los precios (insisto que esto hay que mirarlo con mi cristal de precios en Dinamarca), la acogida de la gente (preguntas por la calle a la gente y son muy agradables, incluso cuando te dicen que no entienden ni palabra de inglés -más o menos lo mismo que de mi alemán, no vayáis a pensar-), el clima (recordad mi punto de vista: entre 0 y 6 grados y sólo un día con lluvia... ¡qué es eso para un danés!), los croissants recién hechos en el metro...

Me ha encantado ver de nuevo a Carlos, Roberto e Isa, y haber conocido a Pablo, María J. y Alexandra -núcleo duro del viaje- y hemos echado de menos a Jacobo y Lupe (incluso a Jaime, o su primo heavy, la versión que sea que esté vigente ahora), y en general a todos los demás. Un abrazo muy fuerte para los ICEX, otro igual de fuerte para los no-ICEX (¿Desde cuándo se dividen mis amigos así? Esto tiene que cambiar...) y espero ver a más gente la próxima quedada de la 'Europe-connection'.

Este es el minigrupo de la habitación 121. Faltan Isa y Jaime, pero es que cuando ellos llegaron ya no me quedaba ni batería ni hueco en la tarjeta. ¡Espero que me manden pronto las fotos donde ellos si salen!

De izq a dch: Carlos, yo, Roberto y Pablo


Y este es el "Núcleo duro"
De izq a dch: Yo, Carlos, Alex, Pablo, Rosa, María J. y Roberto.

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Viaje a Berlín I.
Transporte: La Odisea

Ante todo, queridos lectores, ¡feliz 2007 a todo el mundo!

El viaje a Berlín fue genial por la parte de la estancia allí, la fiesta, el reencuentro con los amigos... pero fue una auténtica odisea en cuanto al viaje en si mismo. Es por eso que vamos a dividir este post sobre el viaje a Berlín en esas dos partes: el viaje (transporte) y el turismo/fiesta.

Empecemos por una breve reseña de lo que fue conseguir el transporte. Yo había buscado transporte a Berlín con un mes de antelación, encontrando que Air Berlín volaba por 49 EUR desde Copenhague. ¡Genial! pensé, ahora sólo queda que me confirmen que tenemos alojamiento y ya tenemos el fin de año completo.El caso es que la confirmación tardó más de lo esperado, cosa lógica porque ya sabemos que somos todos currantes, pero el caso es que llegó. Fui a sacar mi billete y... ¡Ooops! ¡¡294 EUR!!. A partir de ahí fue una búsqueda frenética de transporte a Berlín con dos restricciones: HOY (2 de enero) trabajaba y el viernes 29 de diciembre también (hasta las 14.30h.). Los trenes me dejaban ir pero no había posibilidades de volver. Los autobuses igual, algunos si para la ida, no para la vuelta o viceversa...Al final iba con Eurolines la noche del 29 al 30 llegando allí a las 6 de la mañana, y volvía a las 11.45 del día 1 (en Copenhague a eso de las 20h.).

Una vez "solucionado" el problema del transporte, disfruté como un tonto con un lápiz la visita turística y lúdico-festiva de Berlín, que será tratada en un post posterior.

IDA
El viernes no tenía nada hecho. El tema es que el bus salía a las 23h. de la noche en una calle no muy lejos detrás del Tívoli (bastante céntrico) y había un autobús que me acercaba razonablemente, así que no me dediqué a la maleta hasta que llegué por la tarde a casa ese día. No había gran cosa que llevar tampoco... salvo la comida. 4 bocatas, fruta, huesitos, turrón, botellita de agua y libro con papeles de reservas de hostal y mapas al macuto, y lo esencial en la maleta.

Llegué bastante pronto al sitio de partida en Copenhague, que es una calle desierta que tiene colgado un papel plastificado en una valla de obra y que si no era porque había gente con maletas me hubiera pensado seriamente si había llegado al lugar correcto. Bueno, mientras venga...

El bus llegó bien, y dos conductores comprobaron los billetes a medida que nos cogían los equipajes y nos dejaban entrar. Salimos con 20 minutos de retraso porque 8 jóvenes daneses (ya distingo el danés del alemán) medio borrachos llegaron con la hora pegada. Fue curioso, porque entraron con dos paquetes de 24 latas de cerveza que yo pensaba que no podrían subir arriba, pero en fin...

Durante el viaje, los medio borrachos completaron la otra mitad, y aparte de las voces, que se cayera de vez en cuando alguno encima del resto de pasajeros, que monopolizaran el minúsculo baño, etc. lo más reseñable fueron las dos paradas del conductor, una de ellas en mitad de la autopista, para venir hacia atrás y discutir airadamente con los susodichos. Eso fue así hasta que llegamos al ferry a eso de las 2 de la mañana, en que una vez en la bodega del barco, el conductor llegó a levantar de la solapa a uno de ellos. Pensé en hacer un vídeo o foto del momento, pero también pensé que podía llevarme algún guantazo que pasara por allí y no estaba de humor para ello.

Tras aquello la cosa se tranquilizó un poco, aunque permaneció la "conversación" en voz más alta de lo habitual -para ser daneses gritaban por todo lo alto- y monopolización del baño hasta que llegamos a Berlín, sin apenas retraso (unos 20 minutos también).

VUELTA
Aquí empieza la verdadera odisea. Hay que poner las cosas en perspectiva. Los españoles, para variar, fuimos los que "cerramos" el garito de la fiesta de nochevieja, lo cual implica que... dormimos poco (en mi caso, una hora y tres cuartos). Tratando de despegar los ojos recogí todo lo más silenciosamente que pude y salí de la habitación cerca de las 9.30 de la mañana en dirección al metro. No había un alma en la calle. Es como si hubieran sonado de nuevo las sirenas antiaéreas en Berlín.

El caso es que llegué muy bien a la estación de autobuses, ya que me acordaba del truco (Carlos: ya defintivamente, los mapas del metro de Berlín están mal. Desde la estación Kottbuser Tor hasta Ruhleben se llega sin cambiar de tren, aunque las líneas sean 1 y 2 respectivamente), no sin antes hacer parada técnica en los recién abiertas pastelerías del metro de Berlín.
Una vez en la estación de autobuses, con más de veinte minutos de antelación sobre el horario previsto, me dirigí al mostrador de información para comprobar mi reserva. Efectivamente tenía que pasar por taquilla para poder hacer uso de ella, aunque luego he llegado a la conclusión que es como si no hubiera tenido reserva, ya que en ningún momento me pidieron el número que me facilitaron cuando lo reservé por teléfono, y no me pidieron entonces ni nombre ni dinero ni tarjeta.

Una cola (muy escasa, todo hay que decirlo) y 25 euros más tarde tenía confirmado mi billete y un sitio excepcional al lado del radiador de uno de los puntos de la terminal que permitían ver la dársena desde la que se suponía que iba a salir mi autobús. Allí di cuenta del resto de mi desayuno hasta que un cambio en los paneles me hizo acercarme a información por segunda vez. ¿Por qué la salida ha pasado de las 11.45 a las 13.30? Parece que la compañía ha modificado la hora por ser año nuevo. Bueno, no pasa nada: tengo un sitio relativamente cómodo y un bocata y un libro para hacer tiempo.

A eso de las 13h. cuando se suponía que debía llegar el autobús que nos llevaría a Copenhague, la gente fue saliendo de la terminal a esperar en la dársena asignada. El caso es que como yo tenía algo de frío, y estaba muy bien colocado al lado de mi radiador viendo toda la situación, decidí salir sólo cuando realmente llegara el autobús. No me importaba gran cosa dónde me tocara sentarme.

Cuando empezaba a pensar "a ver si han hecho lo del overbooking de los aviones..." y empezaba a recoger el campamento junto al radiador, una parrafada por los altavoces del tipo de recepción provocó una especie de avalancha sobre la terminal de toda la gente que por aquel entonces esperaba en la dársena. Me acerqué lo que pude a la ventanilla, y preguntaba a los que iban saliendo (daros cuenta de lo "caldeado" de los ánimos en ese momento, y un tipo en inglés -todo allí ocurría en alemán- preguntando por lo que pasa justo cuando estás acordándote de los antepasados de la compañía danesa que nos debía traer de vuelta). Aparte de la CANCELACION del viaje, la empresa no daba solución alguna al transporte para el día 1 para los que estábamos colgados en Berlín. Lo que si hicieron fue poner la excusa que un temporal en el Báltico impedía cruzar a los ferrys.

Unos momentos después del pánico inicial, empecé a ver alternativas: el tren estaba descartado, ya que al sacar los billetes era precisamente el trayecto del día 1 el que no tenía plazas libres. Sólo quedaba pagar un riñón, un ojo y un pulmón por el primer vuelo que saliera a Copenhague... a no ser... que... ¿y si el autobús que va a Oslo con esa otra compañía hace escala en Copenhague? Una dura cola después me entero que si, que hace escala en Copenhague, y que quedan algunos billetes todavía. Una luz al final de todo el embrollo, y yo sin dormir...

Cuando por fin llegó mi turno, le pedí uno a la taquillera, y mientras está tecleando da un golpe y con lo que interpreté (os habréis dado cuenta de que va a haber muchas interpretaciones mías, ya que mi alemán es muy malo y no da para entender casi nada que se salga de lo más básico) una maldición en alemán, y me explica muy agitadamente que como YA HA PASADO LA HORA DE SALIDA DEL BUS, no puede vender ningún billete más.

Ante la cara de estupefacción que puse, la mujer propuso que saliera a preguntar en la taquilla de la compañía fuera de la terminal a ver si tenía más suerte allí. Corriendo con la maleta (gracias a Dios que no la cargué mucho) que más que rodar, volaba, llegué al remolino que había en torno a la taquilla, y pude oir algo así como que sólo había un billete más... Me faltó tiempo para articular en alemán lo que pensé que me entenderían como que YO ERA ESE UNO, y surtió efecto, ya que a empujones llegué a la taquilla, le ofrecí el DNI en lugar del pasaporte que creo que pedía (al final sólo puso Luis en el billete) mientras oía arrancar al autobús justo detrás de mi. Pagué los 39 euros que me pedía -si me hubiera pedido 100 los hubiera pagado también- y salí como alma que lleva el diablo hacia el autobús mientras veía cómo se cerraban las puertas. El grito hizo mirar al conductor, que muy agradable bajó, me cogió la maleta y la metió en el maletero del autobús, y comprobando el billete me dejó pasar.

Tardé un cuarto de hora en quitarme el abrigo y la bufanda, y unos 100 km. en recuperar el pulso normal del corazón, pero finalmente estaba camino de Copenhague. Ahora bien... Si Graahundbus ha cancelado el trayecto realmente por el temporal... ¿por dónde va a pasar este?. Bueno, intentemos dormir algo, que llevo en el cuerpo sólo 1h 45'' de sueño hoy, y estoy necesitado... ¡Imposible!. Ni siquiera con la música clásica de mi MP3 conseguí conciliar el sueño. Bueno, pues libro y tranquilidad...

El viaje transcurrió sin mayores problemas hasta el puerto del ferry. Donde normalmente en media hora o tres cuartos se entra al ferry, llevábamos hora y media y ya había pasado el típico policía mirando y no había dicho nada... ¡Malo!.

El caso es que vemos subir al policía con un perro y hacer de nuevo el trayecto a través del autobús, y yo empiezo a mosquearme y a preguntar de qué iba el tema a los que estaban a mi alrededor, que estaban igual que yo. Al final, parece que buscaban a dos tipos "malos" entre todos los autobuses que llegábamos en esas horas... (no quiero ni pensar más concretamente en qué tipo de "malos" buscaban).

En honor a la verdad hay que decir que el ferry se movió un montón. Parecía que estábamos todos más borrachos de lo que realmente estábamos (y hay que decir que no eran pocos los que respiraban todaviá los vapores del alcohol). Curioso el caso de un perro en mi cubierta que estaba medio loco con el mareo, y lo bien que se lo pasaban los niños de un lado para otro en esa especie de montaña rusa improvisada.

Una vez en el otro lado, no hubo más contratiempos hasta llegar a Copenhague a eso de las 22h de la noche.

Y ahora a por la mejor parte: ¡el turismo y la fiesta!

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