viernes, 13 de abril de 2007

Tokyo: El viaje

La historia del viaje comienza unos días antes de salir, ya que la semana anterior a mi partida me tuve que mudar, pero eso será tema de otro post...

El sábado por la mañana, me levanté tempranito para ir al aeropuerto con tiempo, pero por avatares del destino acabé saliendo de casa a la hora que tenía previsto llegar allí. Como la ley de Murphy es la ley que más se cumple, después de la de la gravedad, una vez allí, me fui directo al mostrador. Una danesa muy maja, me dejó colarme descaradamente (mi cara debía ser un poema) y entonces ocurrió: había overbooking, y no había plazas...

Me cogieron la maleta en stand-by, me generaron un pase (que no una tarjeta de embarque) y me dijeron que pasara el control de policía a toda leche y fuera al mostrador de embarque. Allí, dos azafatas majísimas me cogieron el pase, y tras ciertas discusiones y llamadas, acabé en el asiento 1D (business).

Yo de mayor quiero ser rico: ¡¡qué maravilla!!. ¿Sabíais que hay cubertería de metal en los aviones? ¿y vasos y copas de cristal? ¿y que dan fruta en el menú? Concretamente el desayuno fue: tres tipos de queso diferente, una ensalada con tomates cherry, lechuga, pepino..., jamón york, pan caliente de tres tipos, la fruta, chocolatinas...

En Londres la escala fue larguilla, de unas cuatro horas y media, pero bueno, dio tiempo a darse una vueltecita y comprarle una botellita a Iván, y a descansar un poco en los sofás (aunque hubiera viajado en business, no iba a colar la sala VIP). Este fue el pájaro que me llevó y me trajo: el Boeing 747



Dos abuelitas británicas fueron mis compañeras de viaje a la ida (no suelo poder dormir mucho en los aviones) y dieron conversación cuando las películas o los periódicos me cansaban.

Llegué a Tokyo pasadas las 12, con tiempo justo de cambiar el JRPass (pase para los trenes de la compañía JR de una semana) y coger el Narita Express (tren lanzadera entre el aeropuerto y Tokyo central st.), pero no iba a ser todo tan fácil... En inmigración me hicieron abrir la maleta y revolvieron un poco, pero la cola en la oficina de canje del JRPass era lo suficientemente grande para no llegar a tiempo. Busca una cabina para llamar a Iván que no llego en el de las 12, sino en el de la 13. Las cabinas no cogen billetes, así que necesito monedas, pero no hay máquinas de cambio a la vista. La del kiosko no quiere cambiarme, el de la pastelería tampoco... al final el tipo de la tienda de fotografia -contra pequeña compra- me da mis primeras monedas de Yen. Aviso a Iván, y me dirijo al andén.

Aquí puedo confirmar que en Japón, NADIE HABLA INGLÉS, ¡ni siquiera en el aeropuerto!. La cara que ponía el jefe de estación cuando quise confirmar que ese era mi tren, mi andén... uffff. Un irlandés majete me lo confirmó, y llegué al lugar convenido de la conexión con el metro antes incluso de lo esperado.

Una vez reunido con Iván, el plan fue: dejar en casa la maleta y la ropa de danés, coger una camiseta e irnos a hacer hanami (botellón en el parque bajo los cerezos en flor) con unas dos horas y media de retraso. Aquí conocí a mucha de la gente con la que pasé mi semana de vacaciones, y a modo de presentación, un vídeo de Iván:



Aquí merece mención aparte la cantidad de frikis que había en el puente desde la estación de tren a la entrada del templo de Yoyogi (aprovechando que va a ser de los pocos nombres que voy a recordar): muchos disfrazados, algunos bailando, el free hugs...



Daba igual dónde mirara: ¡flipaba a cada paso!. La cena fue genial a base de sushi con José Marcos, su hermano Jorge (compañero de colegio y facultad: ¡qué pequeño es el mundo!), Francisco (en adelante Chico), Iván (en adelante indistintamente por su nombre o como "líder oro") y María.



A todo esto, era domingo por la noche, yo había salido el sábado por la mañana, y de dormir podríamos contabilizar varias cabezadas de diez minutos o cuarto de hora... ¡ES UNA FORMA PERFECTA DE NO TENER JET LAG! Símplemente, no se duerme y ya está.

Continuará...

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3 Comments:

Blogger Ivan said...

Debo decir al respecto que el señor LuisJa se portó como todo un campeón y aguantó sus 36 horitas sin dormir y sin rechistar. Así me gusta, Luisja, dejando el pabellón español bien alto!

1:03 p. m.  
Blogger LuisJa said...

Se hizo lo que se pudo... aunque para ser sincero, tampoco costó tanto porque estaba como en una nube... flipando a cada paso...

¡Gracias por el hosting!

1:11 p. m.  
Blogger Marisunflowers said...

En dos palabras: En-vidia. No diré más si no es en presencia de mi abogado... ;)

1:16 a. m.  

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