Dos dias después de "empezar lo bueno"
Empecemos diciendo que el servicio meteorológico danés ha prolongado las previsiones de "lo bueno", añadiendo una pizca de viento (unos 50 km/h) el viernes para aderezar un fin de semana "pasado por nieve".
Pero vamos a hacer un pequeño repaso a lo que ha sido mi experiencia con la primera nevada danesa... Antes de nada, comentar que lo que más se ha oído estos días, tanto en la oficina como con los pocos daneses con los que tengo relación (actualmente se reduce a los daneses de la clase de francés, y mi compañero de piso), es "esto no ha hecho más que empezar".
Anochecía el domingo (las cuatro de la tarde, poco más o menos, no vayamos a pensar...) y yo volvía a casa después de dejar en el aeropuerto a una buena amiga que había venido de visita. Bien. El frío se intensificaba, como los servicios meteorológicos habían estado avanzando toda la semana. Al pasar por la Rådhus Pladsen (plaza del Ayuntamiento) ya se veían dos graditos bajo cero... No me moví de casa el resto de la tarde...
A la mañana siguiente, al levantarme y mirar por la ventana, me dije: ¡ya está!, ¡ya llegó! Antes o después tenía que pasar. Por mucho cambio climático que haya, una ciudad donde las pistas de patinaje sobre hielo al aire libre abundan como setas en otoño, no puede pasar un invierno sin nieves...
Tras los quehaceres matutinos, me dispongo a montar a Carry (véanse posts anteriores) para ir al trabajo, pero... la primera sorpresa: la llave no entra bien en el cierre de la bici. Bueno, con un poco de maña y paciencia nos sobreponemos a este contratiempo, y al de que se quedaba el pasador enganchado, supongo que también por el frío. Limpio de hielo el sillín y por fin me pongo en marcha. Llego al cruce, enfilo calle abajo e intento cambiar de marcha... segunda sorpresa: el cambio está más tieso que el palo de una escoba (menos mal que suelo "aparcar" en primera...).
Los carriles bici tienen bien marcada una zona libre de hielo, por la que en los semáforos hay que luchar por mantenerla, pero la novedad hace que esté de buen humor, y en general dejo pasar a todo el que trata de hacerlo.
Llego a la oficina y aparco la bici donde siempre. Durante el día nieva intermitente, en momentos más intensamente, en otros asoman rayitos de sol.
Por fin dan las 18h. más o menos, hora que me toca ir a clase de francés, a unos 15-20 minutos en dirección contraria a mi casa desde la oficina. Otra vez los problemas para manipular los cierres de la bici, pero con la experiencia acumulada de la mañana cada vez cuesta menos. ¡Esto está chupao!. Cruzo empujando la bici y me dispongo a encarar una de las calles más transitadas, de nuevo hacia la Rådhus Pladsen que tengo que cruzar para llegar a mi destino. Comienzo a pedalear. Evidentemente el cambio sigue sin funcionar: menos mal que aparco en primera. Y llego al primer semáforo en rojo. Freno con el de atrás pero se ha atascado; con el de delante y TAMBIÉN SE HA ATASCADO. ¡¡¡ME VOY DE LLENO AL TRÁFICO SALTÁNDOME EL SEMÁFORO DE UNA CALLE DE DOS CARRILES POR SENTIDO!!!.
A duras penas consigo parar, gracias a que el cambio atascado en primera no me permite coger tampoco mucha velocidad. Cruzo la calle y contemplo el mecanismo de los frenos, absolutamente inutilizado por el frío. El de atrás no hay manera que funcione, pero el de delante, con un poco de paciencia parece que funciona (haciendo un ruido horrible, pero funciona). Con eso llego a francés, y luego a casa sin más contratiempos.
Madre sólo hay una, y en mi caso, su cerebro funciona estupendamente en casos como este. Desde que hablé con ella de esto mi bici duerme en un sótano bastante incómodo de acceso, pero resguardado de los rigores del invierno danés.
Aún queda mucho invierno, así que: ...¡continuará!
Empecemos diciendo que el servicio meteorológico danés ha prolongado las previsiones de "lo bueno", añadiendo una pizca de viento (unos 50 km/h) el viernes para aderezar un fin de semana "pasado por nieve".
Pero vamos a hacer un pequeño repaso a lo que ha sido mi experiencia con la primera nevada danesa... Antes de nada, comentar que lo que más se ha oído estos días, tanto en la oficina como con los pocos daneses con los que tengo relación (actualmente se reduce a los daneses de la clase de francés, y mi compañero de piso), es "esto no ha hecho más que empezar".
Anochecía el domingo (las cuatro de la tarde, poco más o menos, no vayamos a pensar...) y yo volvía a casa después de dejar en el aeropuerto a una buena amiga que había venido de visita. Bien. El frío se intensificaba, como los servicios meteorológicos habían estado avanzando toda la semana. Al pasar por la Rådhus Pladsen (plaza del Ayuntamiento) ya se veían dos graditos bajo cero... No me moví de casa el resto de la tarde...
A la mañana siguiente, al levantarme y mirar por la ventana, me dije: ¡ya está!, ¡ya llegó! Antes o después tenía que pasar. Por mucho cambio climático que haya, una ciudad donde las pistas de patinaje sobre hielo al aire libre abundan como setas en otoño, no puede pasar un invierno sin nieves...
Tras los quehaceres matutinos, me dispongo a montar a Carry (véanse posts anteriores) para ir al trabajo, pero... la primera sorpresa: la llave no entra bien en el cierre de la bici. Bueno, con un poco de maña y paciencia nos sobreponemos a este contratiempo, y al de que se quedaba el pasador enganchado, supongo que también por el frío. Limpio de hielo el sillín y por fin me pongo en marcha. Llego al cruce, enfilo calle abajo e intento cambiar de marcha... segunda sorpresa: el cambio está más tieso que el palo de una escoba (menos mal que suelo "aparcar" en primera...).
Los carriles bici tienen bien marcada una zona libre de hielo, por la que en los semáforos hay que luchar por mantenerla, pero la novedad hace que esté de buen humor, y en general dejo pasar a todo el que trata de hacerlo.
Llego a la oficina y aparco la bici donde siempre. Durante el día nieva intermitente, en momentos más intensamente, en otros asoman rayitos de sol.
Por fin dan las 18h. más o menos, hora que me toca ir a clase de francés, a unos 15-20 minutos en dirección contraria a mi casa desde la oficina. Otra vez los problemas para manipular los cierres de la bici, pero con la experiencia acumulada de la mañana cada vez cuesta menos. ¡Esto está chupao!. Cruzo empujando la bici y me dispongo a encarar una de las calles más transitadas, de nuevo hacia la Rådhus Pladsen que tengo que cruzar para llegar a mi destino. Comienzo a pedalear. Evidentemente el cambio sigue sin funcionar: menos mal que aparco en primera. Y llego al primer semáforo en rojo. Freno con el de atrás pero se ha atascado; con el de delante y TAMBIÉN SE HA ATASCADO. ¡¡¡ME VOY DE LLENO AL TRÁFICO SALTÁNDOME EL SEMÁFORO DE UNA CALLE DE DOS CARRILES POR SENTIDO!!!.
A duras penas consigo parar, gracias a que el cambio atascado en primera no me permite coger tampoco mucha velocidad. Cruzo la calle y contemplo el mecanismo de los frenos, absolutamente inutilizado por el frío. El de atrás no hay manera que funcione, pero el de delante, con un poco de paciencia parece que funciona (haciendo un ruido horrible, pero funciona). Con eso llego a francés, y luego a casa sin más contratiempos.
Madre sólo hay una, y en mi caso, su cerebro funciona estupendamente en casos como este. Desde que hablé con ella de esto mi bici duerme en un sótano bastante incómodo de acceso, pero resguardado de los rigores del invierno danés.
Aún queda mucho invierno, así que: ...¡continuará!
Etiquetas: bicicleta, meteorología
2 Comments:
vaaaaaaaaa quejica ponle unas buenas cadenas a la bici y ya esta aqui si que hace frio ya te mandare una foto ya.
JOSELE
No puedo soportar la idea de que te conviertas en un asesino de patitos de goma, así que postearé para que no cometas una locura. :P
Veo que me marché justo antes de ver Copenhage como pensaba que estaría. Creo que se me pasó la oportunidad de verla cubierta de nieve. Quizá en otra vida...
En cualquier caso, si te vuelve a pasar lo de los frenos... ¿Has pensado en frenar apoyando la suela de la zapatilla (o zapato) sobre la rueda? Es cierto que hace falta cierta práctica para no matarse, así que deberías entrenar un poco en algún lugar seguro y sin hielo; pero creo que valdría la pena que aprendieras a hacerlo.
Cuídate, que el invierno lo carga el diablo... ;)
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