Jueves, 5 de octubre. El viaje
Me levanto pronto, y compruebo que la maleta -que he comprobado ya tantas veces desde el viernes- sigue en su sitio, sigue pesando 21,5 kg y tiene dentro todo lo que tiene que tener. Luego compruebo la documentación: el contrato de trabajo, el pasaporte, la tarjeta sanitaria, el billete...
Está todo.
Me llevan al aeropuerto. La verdad es que es un detalle, ya que me llevan mis padres que en teoría trabajan los dos y deberían estar currando...
Cuando llegamos la primera en la frente. Los de la agencia habían dicho T2 cuando obviamente es T1. Da igual. Lo raro hubiera sido ir a Barajas y haber acertado con la terminal a la primera... Me encuentro en el aeropuerto con el becario de informática (Rafa), que resulta ser primo segundo de otra compañera del máster (el CECO es una gran familia, y esto nos emparenta a Alex y a mi), y con la becaria Agroalimentaria (Maya), que se ha traído a su madre danesa, a su hermana y a una amiga a despedirla. Mis padres se saludan con la otra comitiva y se marchan. Las acompañantes de la becaria y ella misma dejan salir toda la emotividad acumulada, mientras nos dirigimos al control de policía. Me quito todo (entiéndase bien) y lo pongo en la bandejita de los infrarrojos. Maya, que viene detrás, no tiene tanta suerte. A pesar de todo, un accesorio o embellecedor del pantalón que no se puede quitar es metálico y la cachean. La comitiva se parte de risa al otro lado del control...
Unas compras, y unos vuelos después llego a Copenhague. Si, he ido muy rápido, pero es que realmente se me hizo rápido. Sólo 10 min. de retraso porque no nos daban pista una vez que ya estábamos en el avión con los motores encendidos, y que la cháchara de Amsterdam (recuérdese que todos los becarios volamos con KLM y todos los vuelos pasan por allí) nos hace llegar justo en el momento de embarcar.
La terminal de Copenhague es grande, y encima el avión nos deja en la otra punta del aeropuerto. Creo que es la primera vez que mi maleta sale al cordón antes de que yo llegue... pero notad algo... ¡¡HA SALIDO!!. Lo cogemos todo y conocemos a Manuel, el conductor del coche oficial de la oficina que ha venido a buscarnos. Resulta que es portugués, pero se le entiende todo (mucho más que el danés, ¡¡¡dónde va a parar!!!). Le damos las direcciones de las tres casas y nos vamos cada mochuelo a su olivo. Jesper -nuevo compañero de piso- me explica un poco la casa, me da las llaves y me deja dormir, ha sido un día largo...
Me levanto pronto, y compruebo que la maleta -que he comprobado ya tantas veces desde el viernes- sigue en su sitio, sigue pesando 21,5 kg y tiene dentro todo lo que tiene que tener. Luego compruebo la documentación: el contrato de trabajo, el pasaporte, la tarjeta sanitaria, el billete...
Está todo.
Me llevan al aeropuerto. La verdad es que es un detalle, ya que me llevan mis padres que en teoría trabajan los dos y deberían estar currando...
Cuando llegamos la primera en la frente. Los de la agencia habían dicho T2 cuando obviamente es T1. Da igual. Lo raro hubiera sido ir a Barajas y haber acertado con la terminal a la primera... Me encuentro en el aeropuerto con el becario de informática (Rafa), que resulta ser primo segundo de otra compañera del máster (el CECO es una gran familia, y esto nos emparenta a Alex y a mi), y con la becaria Agroalimentaria (Maya), que se ha traído a su madre danesa, a su hermana y a una amiga a despedirla. Mis padres se saludan con la otra comitiva y se marchan. Las acompañantes de la becaria y ella misma dejan salir toda la emotividad acumulada, mientras nos dirigimos al control de policía. Me quito todo (entiéndase bien) y lo pongo en la bandejita de los infrarrojos. Maya, que viene detrás, no tiene tanta suerte. A pesar de todo, un accesorio o embellecedor del pantalón que no se puede quitar es metálico y la cachean. La comitiva se parte de risa al otro lado del control...
Unas compras, y unos vuelos después llego a Copenhague. Si, he ido muy rápido, pero es que realmente se me hizo rápido. Sólo 10 min. de retraso porque no nos daban pista una vez que ya estábamos en el avión con los motores encendidos, y que la cháchara de Amsterdam (recuérdese que todos los becarios volamos con KLM y todos los vuelos pasan por allí) nos hace llegar justo en el momento de embarcar.
La terminal de Copenhague es grande, y encima el avión nos deja en la otra punta del aeropuerto. Creo que es la primera vez que mi maleta sale al cordón antes de que yo llegue... pero notad algo... ¡¡HA SALIDO!!. Lo cogemos todo y conocemos a Manuel, el conductor del coche oficial de la oficina que ha venido a buscarnos. Resulta que es portugués, pero se le entiende todo (mucho más que el danés, ¡¡¡dónde va a parar!!!). Le damos las direcciones de las tres casas y nos vamos cada mochuelo a su olivo. Jesper -nuevo compañero de piso- me explica un poco la casa, me da las llaves y me deja dormir, ha sido un día largo...
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